““Exposicón Individual” Galería Lila Mitre” / ver todas las obras

“S/T”
(pintura s/tela)
Medidas 100x150cm
“Exposicón Individual”, Galería Lila Mitre,
Buenos Aires, Argentina, 2007

“S/T”
(foto y pintura s/tela)
Medidas: 110x80cm cada una
“Exposicón Individual”, Galería Lila Mitre,
Buenos Aires, Argentina, 2007

“S/T”
(foto y pintura s/tela)
Medidas: 110x80cm cada una
“Exposicón Individual”, Galería Lila Mitre,
Buenos Aires, Argentina, 2007

Qué encanto y que terror produce ver una persona dormida. Qué territorios de placer puede estar transitando el durmiente y la vez en qué pesadillas horrorosas se habrá sumergido. El "hombre que duerme" es un tema que ha cautivado a muchos artistas desde Heinrich Fussli, a Francisco de Goya, desde Andy Warhol a Sophie Calle. En esta misma tradición se inscribe la última serie de María Luz GIL que también se sintió cautivada por esta paradójica situación de fragilidad y bienestar. ¿Quiénes son los durmientes de María Luz? Son personas en su mayoría jóvenes que duermen en espacios naturales domesticados, es decir, plazas y parques, en los pequeños oasis verdes de la gran ciudad. Pueden estar dormidos directamente sobre el césped o sobre un frio banco de plaza y la postura acostada de cada uno redunda en una composición donde domina la horizontal. Todos sumergidos en ese abismo que alterna entre la inconsciencia y la profunda lucidez, en comunión con la tierra. Pero nuestra artista no se conforma solo con la fotografía del durmiente, esta es la piedra angular de una construcción más compleja. Cada foto es procesada en un programa de computadora para obtener una composición abstracta, de líneas rectas (excepcionalmente aparece alguna curva) y campos de color neto. Este paso intermedio vedado al espectador, que no ve la composición generada por la computadora sino la pintura por ella inspirada. La pintura recoge una tradición que arranca con la geometría sagrada de Kasimir Malevich y Piet Mondrian, continúa con el hard-edge (pintura de borde neto) de los sesenta con pintores de la talla de Ellsworth Kelly, Al Held y otros -sin olvidar al papá de todos ellos, Jospeh Albers- , y finalmente reaparece en los ochenta con el Neo-Geo (Peter Halley, Philip Taaffe y otros) Después de haber pasado por medios expresivos tecnológicos como el video arte y la instalación, la vuelta a la pintura es toda una declaración de principios para María Luz: sin ningún tipo de desmedro, este medio expresivo puede compartir su lugar con otros más tecnológicos como la fotografía y la computadora. El borde duro y los planos de color no logran enfriar la composición hay dominantes de verde en todas sus gamas y también colores cálidos que provienen de la fotografía de las flores, de las hojas secas e incluso de zapatillas rojas o del reflejo claro del agua. La pintura de nuestra artista es abstracta en el sentido más radical del término, es decir, parte de un modelo figurativo para llegar a una síntesis en la que se pierda toda referencia de su origen, pero frente a los códigos cerrados del arte contemporáneo, María Luz se presenta con una obra más abierta. María Luz presenta cada pintura acompañada de la fotografía que la inspiro, de esta forma genera un diálogo fecundo entre un medio expresivo y otro, entre la información figurativa y la austeridad de la abstracción. Esta cercanía logra un efecto inédito en la pintura, esta se vuelve tan romántica como las fotos-el sueño ,el inconsciente, la naturaleza, la noche, la niebla, los arboles- son los mismos que cautivaron a pintores como Francisco de Goya o a Caspar David Friedrich. En la serie que presenta María Luz Gil no tiene reparos en utilizar todos los medios que tiene a su alcance, pero más que un regodeo en el uso de técnicas múltiples logra crear un clima de ensueño, casi de cuento de hadas, como si cada durmiente se pudiera trasladar a un mundo de puro color, donde no existe la narración ni la historia, sino el puro dominio de las sensaciones.

Julio Sánchez
Lic. en Historia del Arte